lunes, 21 de diciembre de 2015

LA CREACIÓN ARTÍSTICA

LA CREACIÓN ARTÍSTICA

P. ¿Los tres centros están a menudo trabajando simultáneamente?

R. Sí, pero "simultáneamente" puede tener diferentes significados.
                        
Es muy raro que trabajen simultáneamente sobre la misma materia.

Las cuatro funciones en total pueden suceder y suceden simultáneamente, pero pueden trabajar sobre cosas diferentes.

LA CREACIÓN ARTÍSTICA…

Un ejemplo de las cuatro funciones en total, 'trabajando simultáneamente sobre la misma materia, sería la creación artística.

Debido a que los centros trabajan simultáneamente, a menudo están muy mezcladas, pero es posible distinguirlas.

Este es el comienzo de la observación de sí y de la comprensión de sí: tenemos que entender las diferentes funciones y luego empezar a dividirlas.

Ouspensky


domingo, 20 de diciembre de 2015

ALCANZAR EL CONOCIMIENTO COMPLETO

ALCANZAR EL CONOCIMIENTO COMPLETO

Para encontrar el método que discrimina, debemos comprender que cada función psíquica normal es un medio o un instrumento de conocimiento.

Con la ayuda del pensar vemos un aspecto de las cosas y de los sucesos, con la ayuda de las emociones vemos otro aspecto y con la ayuda de las sensaciones un tercer aspecto.

El conocimiento más completo que podríamos alcanzar de un tema dado sólo se puede obtener si lo examinamos simultáneamente a través de nuestros pensamientos, sentimientos y sensaciones.

Todo hombre que se esfuerza por alcanzar un conocimiento verdadero debe dirigirse hacia la posibilidad de tal percepción.

En condiciones ordinarias el hombre ve el mundo a través de un cristal deformado, desigual.

Y aun si se da cuenta, no puede cambiar nada.

Su forma de percepción, sea cual fuere, depende del trabajo de su organismo entero.

Todas las funciones son interdependientes y se equilibran entre sí, todas las funciones tienden a mantenerse entre sí en el estado en que están.

Por eso, un hombre que comienza a estudiarse a si mismo, al descubrir en sí algo que no le gusta, debe comprender que no será capaz de cambiarlo.

Estudiar es una cosa, cambiar es otra.

Ouspensky


lunes, 19 de octubre de 2015

PARA DESARROLLAR LA FUERZA CONSCIENTE

PARA DESARROLLAR LA FUERZA CONSCIENTE
Por: Jeanne de salzmann

La observación de sí es la función del amo.

Por el momento, no tenemos más que una atención, dirigida ya sea sobre el cuerpo, ya sea sobre la cabeza o el sentimiento.

Con la voluntad del hombre número 1, 2 y 3, y con toda la concentración posible, sólo podemos controlar un centro.

Sin embargo, podemos hacer un esfuerzo y la observación fortalece la atención y aprende a concentrarse mejor.

Uno puede entonces recordarse de sí mismo y, si uno trabaja esto concienzudamente, puede ver lo que hace falta.

Hay dos clases de acción: la automática y la voluntaria.

Querer es lo más importante y lo más poderoso en el mundo, porque permite tener UNA ACCIÓN que no es automática.

Podemos, por ejemplo, tomar algo que deseamos hacer, que no somos capaces de hacer, y volverlo nuestra meta, sin dejar que nada se interponga.

Es nuestra meta única.

Si uno “quiere”, uno puede.

Sin querer jamás se podrá.

Con un querer consciente, todo puede ser obtenido.

Necesito desarrollar UNA ATENCIÓN VOLUNTARIA, es decir, una atención consciente, una fuerza más grande que mi automatismo.

Necesito sentir su falta y tener una atención activamente puesta sobre mí, sobre mi estado, sobre LA RELACIÓN entre mi pensamiento y mi cuerpo.

Siento que ese querer no es mi voluntad habitual, VIENE de un sentimiento nuevo, desconocido.

Una fuerza consciente no puede ser automática.

Solo una atención voluntaria, ese movimiento consciente, que es la apertura a una fuerza superior, tiene el poder de superar el automatismo; ese movimiento consciente, por tanto voluntario, tiene el poder de superar el automatismo.

Pero para eso la atención debe estar siempre ocupada voluntariamente.

Ella puede ser más o menos fuerte, puede disminuir, pero apenas cesa de ser voluntaria, es tomada.

Yo vuelvo a ser fragmentado, y el automatismo recomienza.

La apertura a una fuerza superior debe llegar a ser constante.

Aprendo a tener una sensación continua de mí... al caminar, al trabajar.

Mi atención está completamente ocupada.

Todo el tiempo siento y vuelvo a sentir mi Presencia y al mismo tiempo aparto las asociaciones; mi atención no les permite invadirme.

Tengo la sensación y el sentimiento de mi Presencia, la atención está sobre la sensación.

La cabeza vigila, la atención está ocupada totalmente en mi experiencia.

No me represento nada con palabras o imagenes.

La visión es lo más importante.

Ella sostiene la relación y permite que se forme la energía.

El cuerpo rechaza su manifestación automática porque siente la calidad de esa fuerza.

Se somete a ella para recibir su acción y permitir que se intensifique.

Hay una lucha: una fuerza debe tomar la autoridad y la otra debe aceptarlo.

Todo lo que está disperso se concentra.

La atmosfera se recoge por si misma.

Hay entonces una sensación definida y en cierto momento me siento animado por una energía nueva, un sentimiento de ser.


jeanne de salzmann

domingo, 18 de octubre de 2015

¿CÓMO ES QUE YO ESCUCHO?

CÓMO ES QUE YO ESCUCHO
Por: Jeanne de salzmann

Trato de comprender un estado que me permitiría estar suficientemente tranquilo para tomar conciencia de la realidad de la vida, sin expectativas, sin desear nada, sin creer nada y sin miedo.

Para ello, necesito estar sentado en la posición correcta, ni demasiado alto ni demasiado bajo, sintiendo que este es mi lugar, aquí y en mi cuerpo.

Estoy tranquilo ante la tranquilidad misma.

Me observo.

Observo mi estado y lo que él me permite.

Observo al mismo tiempo todas mis partes.

Veo que ellas no son iguales, que cada una está ocupada de diferente manera.

El cuerpo está pasivo, pesado, dormido.

Siento su peso.

La cabeza puede estar agitada, o soñar y sugerirme ideas, imagenes.

Siento su tensión y siento hasta en qué parte de la cabeza estoy tenso; mi sentimiento está indiferente.

Pero en su manera de mirar hay algo que se pregunta: ¿soy yo mismo esto que yo soy?

Y veo que no puedo responder.

Tal como soy, no lo sabría.

No soy libre. Escucho. ¿Cómo es que yo escucho?

Mi pensamiento se detiene un momento para ver mejor y mi atención liberada ilumina mi cuerpo.

Bajo esa mirada, mi cuerpo se despierta, se hace sensible, muy sensible.

Se establece un contacto entre el cuerpo y ese pensamiento.

Y si el pensamiento conserva la amplitud de su visión y el cuerpo el calor de su sensibilidad, esto despierta otra parte de mí cuya carencia empezaba a sentir.

Su intensidad despierta el sentimiento.

Él está tocado y siento que se establece una corriente en mí que forma como un circuito cerrado.

Estoy atento a mí, al hecho de que yo estoy aquí, y entonces tengo la sensación de una presencia, de una energía que llena este cuerpo.

Pero es el sentimiento que tengo por esa existencia, por esa Presencia, lo que permite durar a la conciencia de esta vida.

Es inestable, frágil, pero recibo la ayuda por la necesidad profunda que hay en mí.

Aprendo que es una sensibilidad que lo toca todo en mí.

Nunca estoy tan sensible, ni siento tanto, ni estoy tan tocado.

Cuando mi pensamiento, mi sensación y mi sentimiento se vuelven hacia la misma meta, con la misma intensidad, hay un cambio de estado de conciencia que me transforma.

Es un estado que no puede ser destruido fácilmente desde afuera, sino sólo por mi debilidad interior, mi pasividad dominante lo destruye en un parpadeo.

Necesito repetir mil veces la experiencia de esa posibilidad y, al mismo tiempo, de esa fragilidad, para que aparezca en mí un querer.

Para que yo sepa qué es lo que quiero, lo que quiero profundamente, lo que es la necesidad de mí ser.

jeanne de salzmann





MÁS ALLÁ DE LOS LÍMITES DE MIS PERCEPCIONES HABITUALES

MÁS ALLÁ DE LOS LÍMITES
DE MIS PERCEPCIONES HABITUALES
Por: jeanne de salzmann

Creo saber lo que es la unidad.

Si lo supiera verdaderamente habría en mí un deseo absolutamente irresistible de vivir mi vida en ese estado.

Ya no podría aceptar sentirme desmembrado y ver esas partes aisladas que agobian mi Presencia con hechos que me alejan de la conciencia de mi realidad.

ESTADO DE UNIDAD Y ESTADO DE DISPERSIÓN………

No obstante, empiezo a interesarme por la diferencia de lo que soy en un estado de unidad en comparación con un estado de dispersión.

Me intereso sobre todo en esa energía que constituye el vinculo vibratorio entre los centros y que, cuando está allí, trae consigo una fuerte aceleración del trabajo de las funciones.

Esa energía se revela al mismo tiempo como un espacio vacío en el cual puede aparecer una fuerza nueva.

Hay en mí una energía, una vida siempre en movimiento pero que no se proyecta hacia afuera.

Para sentirla son necesarios una cierta tranquilidad, un cierto silencio.

Sólo en el vacío otra realidad puede aparecer en mí.

Hay también en mí una energía proyectada por mis funciones en reacciones inagotables ante las impresiones que provienen de afuera y de adentro.

No tengo la calidad de atención necesaria para hacer frente a todas las impresiones y reacciones.

Pero quedo impactado cuando veo la rapidez con la que reacciono, antes incluso de saberlo.

¿Es posible recibir las impresiones sin reaccionar tan rápido y dejar que la impresión me penetre y actúe sobre mí?

Para ello, necesitaré de una percepción pura, de una percepción de lo que está ahí sin que las reacciones vengan a mezclarse en ello.

En mi estado habitual, mi atención se limita a notar lo que es.

El momento es muy corto, demasiado corto como para permitirme captar la naturaleza de algo tal cual es.

Sin embargo, ese es el momento del conocimiento.

Nosotros no estamos interesados en esa percepción imparcial de las cosas «tal como son», las juzgamos o las tratamos desde el punto de vista de nuestro interés personal.

No tenemos percepción sin imponerle al mismo tiempo una etiqueta que falsea su visión.

Luego, esas etiquetas determinan nuestras acciones y reacciones.

Necesito sobrepasar los límites de mis percepciones habituales.

Tengo necesidad de una nueva percepción, de una atención como de un sexto sentido que tenga la fuerza de registrar las impresiones sin la mente asociativa.

Sería una atención fluida, amplia, total, sin tensión, que contendría todo sin excluir nada.

Esa clase de atencion es muy difícil de encontrar en mí mismo porque no experimento su necesidad.

Busco siempre de la misma manera.

Creo poder tocar algo real afirmándolo, creo profundizar una sensación intentando conocerla más y mejor.

Pero para sentir la necesidad de una percepción nueva no puedo esperar algo positivo, sólo existe mi ignorancia.

Si experimento esa completa ignorancia, se produce una ruptura que me libera de las ataduras que me constriñen.

Se produce como una dilatación interior y mi atención ha franqueado el límite de las impresiones conocidas.

No hay escalera.

Hay que saltar.

Para tomar conciencia me es preciso dejar caer todo lo que es conocido.

El conocimiento es un estado en el cual todo es observado, experimentado, comprendido y abandonado como inutil, porque no puede servir para el momento siguiente.

Jeanne de salzmann




EL CENTRO DE NUESTRAS FUERZAS VITALES

EL CENTRO DE NUESTRAS FUERZAS VITALES
Por: jeanne de salzmann

¿Qué quiere decir despertar a mi mismo, a lo que yo soy?

Despertar a mí mismo, a lo que yo soy, querría decir encontrar el centro de gravedad de mis energías, y su fuente, la raíz de mi ser.

Siempre olvido mi origen y por eso todas mis nociones están distorsionadas.

La primera necesidad es ver que siempre pierdo contacto con esa fuente.

Si mi necesidad esencial no es reconocer y amar esa fuente por encima de todo, esto quiere decir que mi ego dirige mi vida y mis fuerzas, aunque no me de cuenta de ello y todas mis relaciones, cualesquiera que sean, y hasta eso que llamo mi trabajo, estan condicionados por sus apetitos.

Un trabajo justo sobre sí mismo, según Gurdjieff, comienza con la creación de un centro de gravedad permanente.

Esto caracteriza al ser que él llamaba hombre número 4, el hombre que se despierta a sí mismo y se pregunta “¿Quién soy yo?”.

Ve que no sabe que existe, ni cómo existe.

Ve que está viviendo en un sueño y siente la necesidad de conocer su propia realidad.

Comienza a separar las cosas en sí mismo: lo real de lo imaginario, lo consciente de lo automático.

A diferencia de los hombres número 1, 2 o 3, tiene cierto grado de lucidez, conoce su situación.

En él las fuerzas comienzan a tomar una dirección, la dirección del centro de gravedad de la atención.

Para él, conocerse a sí mismo ha llegado a ser lo más importante, el centro de gravedad de su pensar, de sus intereses; verse tal como es.

Su centro de gravedad es una pregunta, una pregunta que no lo deja dormir.

Para conocerse necesita recoger su atención hasta el punto de poder dividirla entre una Presencia que trata de mantener, y una manifestación en la que se pierde.

Esto requiere una vigilancia que sólo puede ser mantenida si todos los centros trabajan con la misma intensidad.

Necesita tener la sensación, pensar y sentir a la vez, sin que ninguno de sus centros predomine.

Si el equilibrio se rompe, el esfuerzo de toma de conciencia se detiene.

El hombre número 4 es el que lucha por establecer un vínculo entre su esencia y sus funciones.

Nuestra meta es estar centrados; centrados al mismo tiempo en el sentido de una concentración de nuestras energías y en el sentido de encontrar el centro de nuestro ser, el centro de nuestras fuerzas vitales.

Primero tenemos que concentrar la energía y luego ver que ese centro es necesario.

Desde allí, puedo mantener una relación justa con todas las partes de mí mismo y seguir todos los movimientos sin perderme en ellos.

Una vez que esté centrado me será posible un contacto, un contacto constantemente renovado con la fuente de mi vida.

No tengo que hacer este contacto.

Tengo que permitir que él me sea revelado, con una actitud que nunca está segura de sí misma, y que siempre deja un espacio que pueda ser ocupado por el ser interior.

Dejo un espacio cuando experimento el sentido de un vacío, de ocupar otro espacio.

Para que haya un “individuo”, tiene que haber una presencia a la fuente misma, al centro donde la fuerza aún no ha tomado una dirección, donde ella carece de forma.

Si pudiera llegar a ese plano donde mi atención se despierta antes de la movilización de mi energía, una nueva comprensión y un nuevo poder podrían tal vez aparecer.

Hoy no puedo.
        
Mi atención ordinaria, pasiva, sólo percibe mi energía cuando ella se desintegra, comprometida ya en una u otra reacción.

Pero ella ya está lejos de su fuente y no sirve de nada luchar para no perderla.

Sin embargo, puedo comprender esta situación y aceptarla como mi realidad actual.

jeanne de salzmann





SOLO EL CONTACTO SOLO LA REALACIÓN

SOLO EL CONTACTO SOLO LA RELACION
Por: jeanne de salzmann

Hay algo demasiado pasivo en la manera en que trato de estar presente a mí mismo.

Me olvido de que el sentido de mi esfuerzo es tomar conciencia de una relación entre las fuerzas y de encontrar mi lugar en esa relación.

Después de un momento, no experimento sino la forma en que el esfuerzo se intenta y me tenso para conservar esa forma.
                         
Ya no veo la necesidad de conocer la relación de las fuerzas que se reparten mi Presencia.

Me olvido de que mi papel es ver y no abandonar esa visión.

Pasivamente me aferro a una forma en la cual ya no pasa nada.

En un estado de concentración intensa, existe siempre una energía y habrá siempre otra energía desconcentrada cuyo poder está disminuido y que fluye hacia fuera.

Mi razón de ser está en la conciencia que yo tenga de esas fuerzas.

No para impedir que sean lo que son, sino para conocer la relación entre ellas.

Mi atención necesita de una gran pureza para no ser arrastrada por los movimientos que se tensan hacia fuera.

Esa relación de fuerzas, esa evaluación constante de fuerzas, es el sentido mismo de mi esfuerzo de conciencia.

Pero lo olvido por creer que es suficiente imponer un relajamiento a mi cuerpo.

Y en esa actitud, donde se toma en cuenta una sola fuerza, me duermo pasivamente.

La forma tomada por el esfuerzo se vuelve la meta, como si relajarse fuera estar presente.

Necesito darme cuenta de esto y ser advertido de ese peligro siempre presente.

El sentido de mí, queda, está en tela de juicio en cada momento.

La pregunta siempre está ahí: “¿Quién soy yo?”, pero ¿quién soy yo en medio de las fuerzas que se reparten mi presencia?

Ver es una atención activa, una atención que no es producida por el choque de la impresión recibida, sino que se da cuenta de que no entra en contacto con lo que percibe y por consiguiente “no ve”.

Para que ese contacto se produzca, la atención debe ser activada.

Necesitamos estar delante de su pasividad y ver su insuficiencia, su nulidad o nadidad, y quedarnos frente a esto.

Esto determina una activación.

Todo se repite siempre.

Necesitamos quedarnos delante de la repetición para ir hacia lo nuevo, lo desconocido.

Intelectualmente no podemos.

Siempre esperamos un resultado y asi nuestro pensamiento nunca está libre.

Queremos alegrarnos por un cambio, pero no queremos conocerlo realmente.

Para sobrepasar ese punto, necesitamos abrirnos a la conciencia, la conciencia pura más allá de los centros, que no juzga, que ve.

¿Es mejor querer cambiar lo que es y estar tratando la experiencia que termina muy rápido, o quedarse delante, sin irse, aprendiendo a conocer eso que soy?

Aprendo a ver y ver otra vez, a estar delante de la falta de voluntad, la falta de deseo de permanecer delante de lo que es!

Quedarse delante de lo que no conozco es algo muy grande; y soy un desconocido para mí mismo.

Empiezo a comprender que sólo el contacto, sólo la relación trae un cambio, una conciencia.

En mi estado de conciencia habitual, los centros superiores no pueden actuar sobre mí; la dispersión, la discordancia en la cual me encuentro, se lo impide.

Hay allí una ley contra la cual no puedo hacer nada.

¿Me es posible ver esto?

¿Ver ese estado de dispersión y comprenderlo?

Porque mientras no lo haya visto, nada podrá cambiar para mí.

No habrá ningún impulso nuevo, ningún cambio de dirección o de calidad en el movimiento de mi energía.

La transición hacia una calidad mejor, hacia un centro superior, se hace por una apertura, es decir, una atención que se libera de lo que la sometía y la volvía pasiva hace un momento.

Es en el momento en que soy incapaz de comprender, de escuchar, de recibir, cuando yo me paro.

Y en ese paro, la atención que estaba cautiva, comprometida, de repente se libera.
                                     
Una vez libre, es capaz de quedarse delante de un objeto tomando conciencia de sí misma.

Esa apertura a otro nivel en mí mismo es una puesta en duda de lo que soy.

jeanne de salzmann




LA MUERTE DEL MI YO ORDINARIO

LA MUERTE DE MI YO ORDINARIO
Por: Jeanne de salzmann

El recuerdo de sí es el momento en el que ya no soy un objeto para mí mismo, cuando la conciencia ya no deja espacio para una división.

Es el momento en que, al sentir la conciencia, siento que soy la conciencia.

Siento «Yo».

¿Qué sería el recuerdo de si?

El recuerdo sería el choque emocional generado por el momento de contacto entre todas las energías que actúan en mí.

Esto produce una vibración creadora.

Apenas es emitida, ella va a estar sometida a la ley de siete, de manera que el recuerdo no puede permanecer estático.

En mi estado habitual todo es vago y nebuloso.

Pensamientos, oleadas de emociones y de tensiones lo atraviesan.

Pero esos pensamientos no vienen todos juntos.

Se levantan uno tras otro.

Es lo mismo para las emociones.

Cuando un pensamiento pasa, otro se levanta.

Pero entre los dos, hay un intervalo, un vacío, un paro que es extremadamente importante.

Es el momento en que me doy cuenta de que hay una realidad detrás de los pensamientos escondida por el movimiento de ellos.

Puedo tomar conciencia de lo que está detrás de mis movimientos.

Nada dura, lo que aparece debe desaparecer.

La desaparición es tan importante como la aparición.

Forma parte del mismo hecho.

Pero si puedo vivir las dos, aceptar las dos, estoy más allá de la aparición y la desaparición.

Las contengo.

En ese momento mis centros entran en relación entre si; la relación se hace por si sola.

La apertura a nuestro ser esencial, a los centros superiores, pide un estado de unidad.

Pero, en nuestro estado habitual, nuestro centro de gravedad, siempre volcado hacia el ego, es desplazado hacia la parte de arriba del cuerpo, lo cual nos separa de nuestra verdadera forma.

El sufrimiento que resulta de la separación de nuestra naturaleza esencial abre la posibilidad de una unión.

Cuando el sufrimiento es fuerte, obliga a una apertura.

Hace falta una decisión, una determinación, para seguir el camino, a través de la cual nuestro ser esencial nos llama.

Para poder servir a la expresión de esa fuerza que necesita trascendernos, se nos exige un contacto perpetuo con nuestro ser esencial.

Debemos morir a un nivel, morir en tanto que ego, para resucitar en otro nivel.

Quiero abrirme.        

Siento la necesidad de arriesgar mi posición bien establecida.

Siento la necesidad de silencio, de un silencio real, de un vacío.

Y, al mismo tiempo, querría tomar, tener, para seguir subsistiendo de mi manera habitual.

No me someto, no reconozco, no sirvo.

Quiero servirme.

Y necesito aceptar ese hecho, vivirlo, sufrirlo, más que buscar algún recurso.

Ese recurso hoy en día sería una huida, una artimaña, una manera de apartar lo inevitable.

Siento ese estar cerrado, mi indiferencia.

Siento esa realidad que me llama pero en la que no confío, en la que no tengo fe.

Quiero que ella se me entregue.

Tengo miedo, miedo de desaparecer.

Para ir más allá de esa fragmentación, de esa separación de mí ser esencial, la energía en su totalidad necesita fusionarse.

Necesita estar completamente liberada.

¿Veo la necesidad de esto? ¿Lo acepto? ¿Lo quiero?

Para ello, una tranquilidad absoluta necesita hacerse en mí, en todas mis partes.

No para lograr, ni para recibir y apropiarme de algo maravilloso. Al contrario, veo mi nulidad, mi apego, mi temor de perder el significado que me atribuyo.

En vez de querer siempre tener la razón, veo mis contradicciones.

Veo que estoy bajo la hipnosis de la imaginación.

Veo todo tomado en conjunto: el ego y el verdadero yo.

Al ver, me libero.

Por un momento ya no soy el mismo.

Mi atención liberada, mi conciencia, conoce entonces lo que soy esencialmente.

Es la muerte del yo ordinario.

¿Qué quiere decir el recuerdo de si?

El recuerdo de si quiere decir morir a si mismo, a mi mentira, a mi imaginación.

Es adquirir el gusto de la comprensión por lo que falta, la conciencia de la falta de comprensión.

En el recuerdo hay un soltarse del ego que permite entrar en una conciencia nueva.

Veo el yo ordinario como una proyección del yo, un fantasma.

La manifestación no es algo separado, sino una proyección de algo esencial.

Al volver a la fuente, tomo conciencia de lo que se eleva para no volver a caer, de lo que no nace, de lo que no muere, de lo que es el eterno Sí Mismo.

jeanne de salzmann