EL CAMINO DE SUBIDA
Por: jeanne de salzmann
¿Qué es lo que necesitamos para reencontrar una sensación
interior, un sentimiento de realidad?
Tenemos que conocer ese camino, aceptando
lo que somos y que tal como somos hoy no podemos abrirnos a la realidad en el movimiento de la vida.
Debo conocer el camino que tomo: el camino de subida y el
camino de bajada.
Ante todo, aprendo a retirarme, para encontrar
en mí algo real que pueda conocer y después regresar hacia la manifestación.
Ante todo debo tener el deseo de ser diferente del que
soy por lo común, el deseo de otra calidad.
Estoy completamente vuelto hacia esa percepción
de una mejor calidad.
Comprendo que mi pensar habitual, mis emociones habituales y
mis sensaciones habituales no me lo darán, y renuncio a mi actitud
ordinaria y a mi ilusión de mí mismo.
No puedo hacer nada.
Pero puedo tomar conciencia de la manera en que ocurren las
cosas en mí.
Se que hay una posibilidad, una actitud que permitirá la
apertura a una energía más alta, pero no soy lo suficientemente
consciente de esto.
Estar consciente de esto querría decir que todas mis partes
tendrían ese conocimiento.
Para la apertura a una energía más alta, tengo que estar
presente a ella, presente con todos mis centros.
Ese acuerdo debe venir de todas las partes de mí mismo.
Es como un mundo que se organiza, cada parte debe
voluntariamente tomar su lugar.
El obstáculo principal para la conciencia es la mente que
divaga.
Todo lo que me distrae de mi concentración es mi enemigo.
No tengo por que luchar contra ella, tengo que ignorarla,
no alimentarla con mi energía, es decir, con mi atención.
Mi pensamiento se mueve demasiado, vibra con
todos los choques, porque ingenuamente espero algo de ellos.
Los pensamientos siempre presentes comunican ciertas vibraciones que
tienen la propiedad de invadir la conciencia del cerebro.
Pero ciertos pensamientos, si estan presentes, impiden a
aquellos traspasar la puerta de la conciencia.
Eso muestra que la mente puede ser la causa de mi
esclavitud o de mi liberación.
Podemos separarnos de ese amasijo de pensamientos para
llegar a la vibración única de un pensamiento con el cual trato de armonizarme: “¿Quién
soy yo?”
Tras el flujo de pensamientos aparece la percepción
continua, silenciosa, de Yo.
Entonces no vibro con todos sus
choques, sino que permanezco indiferente, no espero nada de ellos.
Me adhiero al choque producido por la pregunta “¿Quien?”
hasta que todos los otros pensamientos se hayan sometido.
No es fácil, pero no me permito descorazonarme o tener
miedo.
Esta pregunta tiene como meta llevarme a la conciencia.
Y no me aferro a la idea de lograrlo.
Cualquier idea que se le agregue, hasta la idea de la
conciencia, es inutil y hasta nociva.
Si otro pensamiento llega, lo reconozco por lo que es y no lo
sigo.
Mi mente se tranquiliza y adquiere más firmeza, con el
poder de conocer sin la participación del pensamiento.
Cuando mi pensamiento está tranquilo, aparece una
sensación de energía más sutil, de una Presencia viva en mí.
Siento que detrás de mis asociaciones hay una vibración
que parte de mi cerebro y circula por mi cuerpo, una corriente de
energía en los músculos.
La corriente necesaria para una sensación intensa
de mí es muy alta, mientras que la que se requiere para cualquier manifestación es mucho
menos poderosa.
Asi, para dejar lugar a esta corriente y cerrar su
circuito, extiendo la red de mi atención.
La corriente se acumula en las mallas de su red.
Mi atención penetra por todas partes.
Mis músculos más profundos y más pequeños están
relajados, pero solamente hasta cierto punto.
Conservan la tensión necesaria para mantener la
corriente, ni más ni menos: más, me separaría de mi cuerpo; menos,
dejaría escapar la corriente.
Los otros músculos de mi cuerpo están flexibles, libres, sin
tensión, listos para ser animados por la corriente menos intensa.
La regulación del tono global influencia el ritmo que
emite las ideas y puede, por consiguiente, traer consigo una
especie de dominio de las asociaciones.
Hay una tranquilidad, un sentido interior de la realidad.
El recuerdo empieza a ser más completo cuando el
sentimiento participa de él.
Y cuando mi atención está dividida, cuando me siento concernido con
mis dos aspectos, el sentimiento no puede sino intervenir, no puede permanecer
indiferente.
El sentimiento es tocado por la calidad de mi
estado o por la falta de armonía.
La energía particular necesaria para el recuerdo solo puede
producirse en el momento de un acento muy fuerte del sentimiento.
Antes de esto no hay sino una preparación.
jeanne de salzmann
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